La logística inteligente es ya una realidad y tecnologías como el big data, la inteligencia artificial y el internet de las cosas se están implantando con fuerza en el sector. Ya hace tiempo que la automatización de infraestructuras y procesos es una realidad, pero la nueva logística 4.0 supone un paso más allá y permitirá que se vayan aplicando progresivamente estas tecnologías para conocer con mayor precisión lo que quiere el cliente, anticiparse a la demanda y posicionar los stocks en el punto adecuado.

El big data está teniendo un impacto cada vez mayor en las cadenas de suministro: de una gestión basada en la producción se está pasando a una gestión basada en el consumidor. Esta tecnología permite recopilar grandes cantidades de datos y realizar su posterior análisis para encontrar información oculta, patrones de comportamiento, datos sociodemográficos, etcétera que permiten mejorar la visibilidad de la demanda tanto actual como futura. De la misma forma, algoritmos basados en el big data son ya capaces de trazar la mejor ruta de entrega en tiempo real y aportan información para la trazabilidad de la estrategia de la empresa. En definitiva, permitirá un mayor acercamiento entre productores y consumidores.

Por otro lado, un informe elaborado por DHL y IBM muestra el potencial de la Inteligencia Artificial (IA) en el sector logístico. El informe indica que, gracias a la ayuda de la IA, la industria logística cambiará su modelo operativo de acciones reactivas a otro más proactivo y predictivo, que generará mejores perspectivas a costos favorables en actividades administrativas, operacionales y orientadas al cliente. Por ejemplo, esta tecnología puede usar el reconocimiento de imágenes avanzado para rastrear la condición de los envíos y activos, llevar al transporte la autonomía de extremo a extremo, o predecir las fluctuaciones en los volúmenes de envíos globales antes de que ocurran.

Por lo que se refiere al internet de las cosas, la conectividad con objetos en el trabajo diario y en las infraestructuras permitiría agilizar los procesos, aumentar la eficiencia y coordinar tareas de forma automatizada entre intermediarios, proveedores y clientes. En este sentido, son ya diversas las empresas que integran el internet de las cosas en sus procesos logísticos como por ejemplo el sistema de etiquetado RFID (identificación por radiofrecuencia) o sistemas de identificación por código QR y sistema de seguimiento por GPS, lo que permite monitorizar un pedido en todo momento.

En el mundo de la logística se habla cada vez más del blockchain. Su eficacia se consigue realmente cuando se aplica en conjunción con la potencia que da el internet de las cosas, los datos masivos (big data) o la inteligencia artificial.

Esta tecnología permite optimizar los procesos a lo largo de toda la cadena de suministro gracias a la accesibilidad de la información y la documentación y a la creación de procesos automáticos entre empresas que hoy en día siguen suponiendo largos procedimientos de burocracia. Ayuda a reducir plazos y costes adicionales, así como errores humanos.

Asimismo, otra ventaja sería la posibilidad de hacer de la cadena de suministro un proceso transparente. Por el momento, la tecnología Blockchain empieza a presentarse en el sector logístico a través de cuatro categorías: comercio internacional, transporte terrestre de mercancías, trazabilidad de producto y reparto de última milla.

También hay que mencionar la impresión 3D, que reduce el número de inventarios y posibilita el hecho de ofrecer una disponibilidad global y a largo plazo, conseguir un coste cero del transporte y entrega inmediata.

Por su parte, el diseño de robots, que permiten la automatización de las operaciones dentro de las funciones de almacenaje, manipulación y preparación de pedidos, es otra de las tecnologías que están revolucionando el sector.

En el futuro inteligente del sector de la logística también se habla de tecnologías que aún no están plenamente desarrolladas o presentan todavía dificultades de implantación pero que podrían ser una realidad a medio plazo como los drones, los vehículos autónomos, taquillas inteligentes o incluso almacenes aéreos.