Un comprador de un coche que debe esperar nueve meses para recibir su vehículo, plantas de automóviles que deben parar porque no tienen semiconductores, obras de una cocina que se paralizan porque hay escasez de madera para hacer los muebles....Todos hemos vivido o escuchado alguna situación como la anterior en los últimos meses. La paralización de la actividad económica mundial debido a la pandemia del COVID-19, la escasez de componentes y suministros, el encarecimiento de los combustibles y la crisis del transporte debido a los problemas geopolíticos y la guerra de Ucrania, están poniendo en jaque el modelo económico vigente durante las últimas décadas.
Todos ellos son factores que están yendo a favor de un nuevo fenómeno el alcance del cual todavía está por determinar: la relocalización. Este término está cada vez más extendido para referirse a un cambio de ubicación de un proceso productivo, que había sido previamente deslocalizado creando el fenómeno de la globalización económica. En las últimas décadas, muchas empresas e industrias han optado sin ambages por localizar sus centros de producción en los denominados países en desarrollo, muchos de ellos en Asia para ganar competitividad y disminuir los costes laborales.
Pero este modelo está empezando a cambiar debido a la compleja realidad del mundo en el que vivimos y los grandes retos a los que nos enfrentamos a cada momento. En este sentido, Joan Romero, director ejecutivo de Acció, señala que las cadenas de valor se están acortando y que hay un cambio hacia la relocalización y la multilocalización, ya que "las empresas deben estar cerca de los clientes”. Por su parte, Laia Bonet, teniente de alcalde del ayuntamiento de Barcelona, apunta que la relocalización ayuda a “reducir desigualdades, diversificar la economía, generar más valor y riqueza y permite avanzar hacia un modelo económico y social más sostenible y respetuoso con el medio ambiente". Es evidente que cuando los bienes se producen, se comercializan y se consumen en el país de origen se da más oportunidades a la protección del medio ambiente y se potencia la economía autóctona. El tiempo dirá si es una tendencia generalizada, pero de momento una empresa como Leroy Merlin, una de las grandes distribuidoras, ha incrementado sus compras a proveedores locales. En España representan el 82 % del total, unos 1.400 millones de euros en compras en lo que va de año.